La historia detrás del ratón

mickey

El día de hoy quisiera hablarles un poco sobre una de las mascotas comerciales más importantes de nuestros tiempos y que yo, sin lugar a dudas, he llegado a amar por que desde niña ha aparecido recurrentemente en series, películas o el mismísimo canal principal del Imperio al que representa: Mickey Mouse.


Esta especie de ratón humanizado fue creado durante un viaje en tren que el Señor Disney realizaba con quien fuese su esposa Lillian, de California a Nueva York. En esos días, Walt estaba irritado ya que había descubierto  una pequeña cláusula de su contrato que le privaba de los derechos de autor de su primer éxito: Oswald, el conejo de la suerte, un humanoide inspirado en las historietas en blanco y negro de la época, con la cara blanca, el cuerpo negro, pantalones cortos azules, guantes y zapatos grandes.

En realidad, Oswald y Mickey sólo se diferenciaban en las orejas, el rabo y la forma de la boca. Era obvio que el hábil Disney se calcó a sí mismo a manera de venganza por el robo de su querido personaje. El primer impulso de Walt fue llamar a su ratoncito “Mortimer”, nombre que a su esposa le pareció demasiado pretencioso y nada coloquial, por lo que le sugirió el nombre que se le hacía más parecido pero mejor: Mickey.

La simplicidad del diseño era una de las claves del dibujo y estaba destinado a que Ub Iwerks, su mejor amigo, trabajara a gran velocidad. Disney lo tuvo muy claro desde un principio, y describía así a su personaje:

«Su cabeza era un círculo con otro círculo a modo de hocico. Su cuerpo era como una pera y tenía una cola larga; sus patas eran tubos de pipa y se las metimos en zapatos grandes para darle el aspecto de un chiquillo con el calzado de su padre».

En los años 30, Mickey era ídolo de pequeños y grandes por igual alrededor de los cinco continentes. Fue la década de la conquista del mercado internacional: desde Europa a Japón, hasta pasar por África, Mickey se convirtió en el personaje favorito de los niños.

Y también, por supuesto, de los no tan niños: el mismísimo Presidente Franklin Roosevelt o el Rey Jorge V de Inglaterra exigían que en sus sesiones privadas de cine se incluyera un corto del ratón más viajero de la historia.

En enero de 1930 empezó a publicarse una tira cómica de Mickey Mouse en la prensa, en principio dibujada por Ub Iwerks y escrita por el propio Walt. Durante esta década, el Mickey animado fue un personaje que se paseo por el planeta y el espacio. Sus aventuras transcurren desde los Alpes a los mares del Sur, pasando por todo tipo de escenarios fuera de serie para la época.

Mickey se convertiría en taxista, vaquero, minero, náufrago, ciclista, marinero, pescador, camionero, boxeador y todo lo que nos pudiesemos imaginar. Aunque siempre conservando y llevando como estandarte, como sucede con Charlot (ese personaje icónico de Charles Chaplin), ese espíritu inegable de vagabundo con disposición sin límites de meterse en aventuras y emprender el accidentado camino de la vida.

Llevándole así a lo largo de las décadas a convertirse en lo que es en sí mismo y a lo que representa para un par de generaciones hoy en día.

Espero hayan disfrutado este pedacito de historia curiosa de uno de los personajes que más me agradan por todo lo que representa, el camino que ha deambulado y el número espectacular de personas que ha tocado a lo largo de generaciones.

¡Nos leemos hasta otra!

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